martes, 26 de agosto de 2014

Karitakaracola

Ayer me quedé pensando en el ludo. Qué juego tan zonzo y, sin embargo, lo sigo jugando. Hasta me causa emoción. Siempre escojo el rojo o el azul. No me gusta ni el amarillo, ni el verde. Tú que fuiste a la escuela de Bellas Artes a lo mejor puedes dejarme una metáfora basada en la teoría del color que usaré como señal para el resto de la semana, porque ando en busca de señales porque me siento un poco perdida. Bueno y si no hay señal, yo sé que escogía el azul y el rojo por pura atracción y que trato ahora de encontrar una metáfora, mantra, alguna flecha a seguir y es así como ahora mismo pienso que ese azul y rojo que escogía en el ludo de mi infancia se me grabó en el subconsciente y así empezó a creer en el hado que me trajo a este lado, helado, (ríe por mí, por favor) del mundo cuya bandera tiene esos dos colores. 

Me enredo un poco y pienso en Joaquín que se parece a mí en eso de taparse y destaparse. Dentro de poco me iré a acostar. Mañana tengo que levantarme a las seis y empezar la rutina de siempre: ducha, bus; café; uniforme: pacientes; pelos; sangre; caca; purina; café y al final espero que ninguno vaya a llevar a su mascota a 'sacrificar' porque nunca sé como voy a reaccionar ante los animales muertos en las camillas, pero lo que sé es que siempre me destroza verlos envueltos y aun tibios en ese plástico azul antes de llevarlos al congelador. Pero yo ya no los llevo al congelador. Siempre me escabullo en el almacen y me tranquilizo con el olor a galletitas de perro/gato (en España les dicen 'pienso'). 

Dado que no me puedo botar a mí misma, estoy botando partes de mi misma que ya se han vuelto desechables. Hoy me deshice de una gran comodín que aquí le llaman el mueble del farmacéutico. Es un comodín con varios cajoncitos. Ojalá tuviera tantas pastillas para llenarlo, pero lo que yo guardaba ahí eran algunos manteles, veletas, hojas de papel y cachivaches. Lo ofrecí regalado por FB y vino una pareja de mediana edad a buscar el mueble. Me preguntaron en coro "cuánto quieres" pero, carajo, parece que no leyeron "se regala" y eso les dije, pero sin el "carajo". Eran un poco raros. Ambos eran del mismo color. Del mismo tono rosado en el pellejo, del mismo tono rubio en el pelo y los ojos, no sé de qué color eran, pero eran iguales porque hasta cambiaban de color al mismo tiempo como dos iguanas sincronizadas. Me dio un poco de miedo dejarlos entrar a mi casa. Pero, al fin, se llevaron la cómoda como si fueran choros de mi barrio: la levantaron sin hacer ruido y la sacaron rápido sin chocarse con ningún marco de puerta o desnivel del piso. Al final, la señora volvió y me dejó 200 coronas (con 200 coronas aquí te compras 2 chelas en un bar 4-5 en un supermercado).  Me quedé pensando por qué me dieron plata cuando yo nada más me puse en mi onda karma-zen (ja!) y así como viene se va pero quizá es porque al parecer ese mueble tiene cierto valor porque está de moda en las revistas de decoración. Es de pino natural pero ahora lo vuelven shabby chic furniture y lo venden entre 6000-9000kr. En esas mismas revistas salen unas cojudas dando sus tips de decoración y te dicen que pongas un sticker en tu baño con Carpe Diem o en su comedor Ama Vive Sueña con esas tipografías que hacen arabescos y están rodeadas de flores y mariposas. Tú me entiendes. Ahora está de moda pintarrajear la pared y pintar todo de blanco. 

Cuando era chibola tenía escrito en mi cuarto "Si no te mueves nunca te vas a dar cuenta de tus ataduras". Se lo escuché a un fumón cuando fumaba y me vendía unos aretitos. Yo no fumo. Me quedé con su frase (y hasta ahora no me he quitado ese arete).  La escribí con plumón celeste sobre una hoja de papel continuo de mi impresora de puntos Epson. Ahora que lo pienso, debí haberlo escrito directamente en la pared, pero yo hacía dibujos o escribía huevadas en papel y las pegaba en las paredes de mi cuarto para no malograr la casa. Es que también sabía que si jodía la pared me iban a requintar y después tenía que pintar y borrar todo. Así de palomilla era. 

Ya sabes.

Algo que me contentó: sacando cachivaches me encontré con mi sombrero mejicano comprado en Guadalajara por mi mera misma en el año 2009.
  
Merosbesos,


Claudia. 
      

No hay comentarios:

Publicar un comentario